El Refugio Esperanza nació 16 años en el área de Santiago Poniente, con el fin de acoger a los perros abandonados. Un proyecto, que luego de un comienzo auspicioso, enfrentó problemas financieros y de los cuales, con gran esfuerzo, está saliendo adelante.
Luis Felipe Caneo
Uno de los grandes desafíos que enfrenta un particular o agrupación animalista al construir un refugio para animales, es la capacidad de mantener una iniciativa que por lo general se reciben pocos aportes para su funcionamiento del día a día. Una tarea donde, generalmente, gracias a la acción de animalistas comprometidos se logra, continuar con el proyecto, pese a las dificultades que se presenten en el camino y donde el Refugio Esperanza no es la excepción.
La historia de este refugio comenzó a escribirse hace 16 años, cuando con el fin de proporcionarles un lugar a los perros abandonados se comenzó a construir diversos caniles en un terreno. Todo esto era financiado por una particular, quien con el pasar del tiempo quebró dejando al Refugio y a sus 85 canes en una situación de incertidumbre. Perros que nos reciben con sus ladridos de felicidad y ansiedad, cuando llegamos al refugio un domingo junto al resto de los voluntarios y donde se acercan a las rejas de sus respectivos caniles para pedirnos cariño, lo cual piden en forma insistente.
Después de la crisis del Refugio Esperanza, Caterina Espinoza, quien trabajaba en el lugar, decide quedarse cuidando a los perros, a sus niños como le dice ella. Una acción que realiza sin recibir sueldo alguno e incluso manteniendo con sus propios recursos a los canes por más de un año. Al respecto, Caterina comenta ” Hace dos años quede sola, cuando no había lucas se fueron todos (…). Yo me quedé con los brazos cruzados con esto, trabajando sola.Yo venía todos los días, llorando prácticamente, tratando de juntar las lucas para darles de comer, eran 130 lucas semanales”, recuerda Espinoza, mientras dos canes la acompañan a su alrededor.
La responsabilidad asumida por Caterina, quien es asistente veterinaria, le significó una gran angustia pues no tenía asegurada la comida de los canes de este refugio, una época que ella la caracteriza como muy estresante. ” Ahí fue cuando comencé a estresarme, deprimirme, me trate de suicidar en Diciembre y después dije que no. ¿ Quién iba a ver a los perros, si no era yo y en ese momento no había ninguna de las chicas que vienen ahora para ayudar hace dos meses”, recuerda Caterina. Un panorama incierto para los perritos que, producto del esfuerzo de muchas personas, ha ido cambiando paulatinamente.
Hace alrededor de dos meses Michelle y Alejandra, dos animalistas, andaban buscando un hogar temporal para uno de los tantos casos de rescate que realizan y en este proceso conocieron la realidad del refugio llegando a la conclusión de la necesidad urgente de ayudar a este lugar en beneficio directo de los perritos. Así, comenzó lentamente a conformarse un equipo de trabajo y voluntarios en ayuda del Refugio y donde participan conjuntamente Mirada Animal Chile, We are Wof y Gatos y Perros. El panorama que se encontraron en el lugar fue que no había financiamiento alguno y caniles sin techo en una zona de la Región Metropolitana muy húmeda.
Otra de las problemáticas que se vieron enfrentados los voluntarios fue que no había difusión periódica de los canes del refugio, con lo cual las posibilidades de adopción de estos perritos se reducían drásticamente. ” Aca había más de 80 perritos que no tenían ninguna chance de tener un tipo de difusión para poder salir de acá ( del refugio). Había una persona a cargo de alimentarlos, no tenía posibilidad de sacarles ficha, saber quiénes habían y menos de poder difundirlos. Además hay perros que llevan mucho tiempo, este refugio tiene 16 años y hay un perrito que lleva esa cantidad en el canil. Ese es otro tema relevante”, comenta Michelle León, una de las coordinadoras del voluntario y miembro de Mirada Animal Chile.
Todos los domingos se juntan y asisten al refugio, con el fin de aportar un grano de arena en la recuperación del refugio. Reparación de caniles, construcción de techos en los caniles, paseos de los perros del lugar, desmalezar los caniles, limpiar los caniles y muchas otras tareas son las que se llevan a cabo cada domingo y donde el principal pago es el cariño y travesuras de los perros. Por ejemplo,sucede en ocasiones que algún can se escapa de su canil, desatando un concierto de ladridos en su máxima expresión.
En la actualidad hay alrededor de 70 perros en el Refugio, donde están distribuidos de dos a tres amigos peludos por cada uno de los caniles, los cuales reciben diariamente su comida respectiva y están en busca de un hogar y una familia que los acogan de manera responsable. En este sentido, junto con la preocupación por mejorar las instalaciones del lugar y la calidad de vida de los perros, los
amigos del Refugio Esperanza están llevando a cabo una campaña de difusión de los canes que están en adopción y los cuales puedes verlos
aquí. Si están interesados en adoptar a alguno de los canes, debes escribir un email a
refugioesperanzapd@gmail.com.
La experiencia de ayudar un día
Son muchas las personas que, en forma desinteresada, dedican gran parte del día domingo a trabajar en el Refugio Esperanza ayudando a la reparación de los caniles, limpiarlos, trasportar materiales, pasear perros y mucho más. Una de ellas es Jacqueline Peña, de Renca, quien asistió por primera vez al refugio, dejandole una grata sensación la experiencia: ” Es super reconfortante poder ayudar a los perritos y ver que se está tratando de hacer lo mejor por ellos. Pero, falta mucha ayuda. Por eso invito a la gente que se toque su corazón y que puedan venir, porque si ellos tienen esta experiencia ( de venir) van a saber que los perritos agradecen de una manera bien especial: languetazos y abrazos. Son muy cariñosos”, comenta Jacqueline.
Una de los voluntarias más jóvenes del grupo era Constanza Flores, quien a sus 17 años trabajo por los animales un domingo entero. Respecto a las razones de su actuar, Constanza comentó: ” Lo que me motivo a venir fue poder ayudar a los perros que están en situación de calle y poder colaborar, pues no hay mucha preocupación de parte de las personas dejando botado a los perros” y luego, invitando a la gente a participar, agrega: ” Los invito a que se animen a venir, porque es una bonita experiencia. Una experiencia fuerte, pero por lo menos se debe venir una vez en la vida”, dice Flores.
Cabe señalar que si deseas ser voluntario del Refugio, se juntan todos los días domingos a las 9:00 de la mañana en la calle Toro Mazzote, situada entre Ecuador y Alameda, en la comuna de Estación Central. Para coordinar y confirmar la asistencia, deben escribir al email refugioesperanzapd@gmail.com
En definitiva, la historia del Refugio Esperanza es un ejemplo que nos demuestra la posibilidad cierta del resurgir de las iniciativas animalunas como es el caso de un refugio, donde pese a los múltiples problemas que se puedan presentar a lo largo del camino, sólo se requiere de voluntad y esperanza de que el futuro puede mejorar notablemente.
Caterina Espinoza y su esposo
Voluntarios trabajando en los arreglos de una bodega para guardar el alimento
Un perrito disfrutando del sol del mediodía