*En esta ocasiòn,Toby cuenta los detalles de la llegada de una nueva compañera a su vida.
Compañeros en esta ruta existencial
Por orden de importancia son la ina, el torrante, Evelyn y el viejo pelado. La ina es una quiltra que viene del remoto pasado, no tengo información exacta del número de años, es posible que sean varios o bastantes siglos; ni siquiera puede correr, sólo trota y para mi es un misterio como hace para llegar antes que yo a los platos con pellets. Espero conseguir con Evelyn que de conocer una fotografía de la ina, va ser difícil porque “No alcance a subirla o no pude, omití, olvidé, prescindí…” Las palabras suelen ser menos eficaces que las imágenes en una descripción pero ustedes, mis inteligentes lectores, merecen el esfuerzo.
Por orden de importancia son la ina, el torrante, Evelyn y el viejo pelado. La ina es una quiltra que viene del remoto pasado, no tengo información exacta del número de años, es posible que sean varios o bastantes siglos; ni siquiera puede correr, sólo trota y para mi es un misterio como hace para llegar antes que yo a los platos con pellets. Espero conseguir con Evelyn que de conocer una fotografía de la ina, va ser difícil porque “No alcance a subirla o no pude, omití, olvidé, prescindí…” Las palabras suelen ser menos eficaces que las imágenes en una descripción pero ustedes, mis inteligentes lectores, merecen el esfuerzo.
Quiltra obesa, consume tres veces más alimento de lo que gasta en energía y cuando el viejo pelado concluye que corresponde ponerla a régimen dietético y le disminuye un puñadito de pellets ella acaba su ración y viene a mi plato a resarcirse abusando de mi inveterado respeto por los ancianos.
Tal como participé, con mucha modestia, de mi vestimenta les informo como viste esta congénere. Pelo blanco sucio, liso grueso, corto, con manchones negros, distribuidos de cualquier modo como si hubiera escapado de alguien que le lanzó un tarro de pintura negra, se salvó del chorro grueso pero no de las salpicaduras. El viejo semicalvo, usted quería que dijera, casi alcanzó a leer “pelado”, la barre, si como suena si está leyendo en voz alta y si no, tal como lee, la barre con un escobillón y ella lo permite, primero de pie, después el viejo le ordena “muérase” y se acuesta de lado, otro barrido y empujada por el escobillón rota sobre su lomo, presenta el otro costado, barrido final y se para moviendo su mezquino, casi inexistente rabo sin mostrar molestias por haber recibido el mismo tratamiento que un suelo sucio. El viejo, ahora si, pelado, limpia el escobillón frotándolo contra un árbol y reclama de la abundancia de pelo perdido por la quiltra: “En esto pelos se me va la jubilación” No puedo terminar esta corta y carente de detalles presentación sin relatar el origen del nombre ina y como fue la llegada de la quiltra a este hogar que me tocó en suerte, suerte dudosa ya que habría merecido, por lo menos, tener a mi servicio a un viejo con toda su cabellera. A esta casa llegó en tiempos también remotos, entre quince y veinte años, una pequeñita dobermann con el carácter más alegre y amistoso que se haya conocido en perra alguna. Cuando el viejo, con un poquitín más de cabello en esos años, la sacaba a pasear a la calle, ya adulta y atada con una resistente y brillante cadena que diera tranquilidad a los transeúntes, veía con pena como todos cambiaban de vereda y nunca tenía oportunidad de mostrar sus raudales de cariño. De haber sido posible ella habría puesto sus patas en el pecho y lamido entusiastamente la cara a cualquier amistad que hubiera conseguido.El lamido siempre que no hubiera derribado al o la valiente.
Tuvo que pagar por la mala fama de los dobermann.
Ocurrió, en una oportunidad, que en la vereda de enfrente estaba echada al sol una quiltra callejera de despreciable y desconocido origen y a un descuido del viejo la ina sale, atraviesa, la quiltra no muestra ningún temor y recibe como saludo y homenaje merecido todas las lenguetadas que, por fin, pudo dar la ina. Decidieron que la repentina amistad debía continuar e ingresaron las dos a la casa, el viejo dijo una vez: “Como comadres de mate y tejido”
¿Y el viejo pelado? Tuvo que aceptar que donde manda dobermann no manda viejo. Después llamaba ina y las tenía a las dos a su lado y cuando decía quiltra la primera en concurrir era la dobermann. La ina original tuvo cáncer a las mamas, falleció y la quiltra ina durante un año se echaba largas horas sobre la sepultura esperando a que su amiga saliera.
*Estos relatos son parte del Libro "En Rucamabhida",cuyos autores son un grupo de adultos mayores de la Provincia de Cachapoal,Región de Ohiggins,llamados Chochas por la Literatura.El autor de estos relatos es Chocho el Viejo,quien se inspiró en su perro regalón para escribir desde el punto de vista de un can.
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